Los dos descubrimientos de Fleming ocurrieron en los años veinte y aunque fueron accidentales demuestran la gran capacidad de observación e intuición de este médico escocés. El descubrimiento de la lisozima ocurrió después de que un moco de su nariz, procedente de un estornudo, cayese sobre una placa de petri en la que crecía un cultivo bacteriano. Unos días más tarde notó que las bacterias habían sido destruidas en el lugar donde se había depositado el fluido nasal.
"Para el investigador no existe alegría comparable a la de un descubrimiento, por pequeño que sea" -Alexander Fleming
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